En la entrada anterior ya comentamos que los errores más frecuentes que vemos en consulta, generalmente asociados al orden y la limpieza son los debería/debo, la culpabilización y la visión catastrófica y que la mayoría de los problemas no se deben a lo que nos pase sino a la forma en la pensamos aquello que nos sucede. Suelen ser la base para la mayoría de los trastornos emocionales.

AmargarseVida

León en la Onda con Javier Chamorro y Miguel Ángel Cueto (2 abril 2014). Audio cortesía de Nacho Arias.

La historia del martillo

Un hombre quiere colgar un cuadro. El clavo ya lo tiene, pero le falta el martillo. El vecino tiene uno. Así pues, nuestro hombre decide pedir al vecino que le preste el martillo. Pero le asalta la duda: ¿Qué? ¿Y si no quiere prestármelo? Ahora recuerdo que ayer me saludó algo distraído. Quizás tenía prisa. Pero quizás la prisa no era más que un pretexto, y el hombre abriga algo contra mí. ¿Qué puede ser? Yo no le hecho nada; algo se habrá metido en la cabeza. Si alguien me pidiese prestada alguna herramienta, yo se la dejaría enseguida. ¿Por qué no ha de hacerlo él también? ¿Cómo puede uno negarse a hacer un favor tan sencillo a otro? Tipos como éste le amargan a uno la vida. Y luego todavía se imagina que dependo de él. Sólo porque tiene un martillo. Esto ya es el colmo. Así nuestro hombre sale precipitado a casa del vecino, toca el timbre, se abre la puerta y, antes de que el vecino tenga tiempo de decir “buenos días”, nuestro hombre le grita furioso: “¡Quédese usted con su martillo, so penco!”

Libro El arte de amargarse la vida, Paul Watzlawick.

Los demás deberían hacer lo que quiero o yo debo comportarme de una manera correcta

Cuando una persona tiene este pensamiento distorsionado se comporta de acuerdo con unas reglas correctas, inflexibles e indiscutibles que debe­rían regir la relación de todas las personas. Cualquier desviación hacia valores o normas particulares sería negativa. Las palabras que indican la presencia de esta distorsión son: debería, habría de o tendría. Es conveniente sustituirlas por: me gustaría, desearía…

La culpabilización

La persona, erróneamente, busca un responsable de sus problemas o se culpa a sí misma de los ajenos, experimentando una sensación de alivio momentáneo cuando conoce quién es el culpable. Implica que otro se convierta en el responsable de decisiones que son de su responsabilidad. Algunas personas focalizan la culpabilidad en ellas mismas exclusivamente; siempre están a punto para encontrarse equivocadas. Mejor valorar que cada uno es responsable de lo que hace.

Cuando pensamos o tenemos una visión catastrófica

Imaginar, especular y rumiar el peor resultado posible de una situación sin analizar lo improbable de su ocurrencia, o creer que la situación es insoportable o imposible de tolerar cuando en realidad es incómoda o inconveniente es otro ejemplo de pensamiento distorsionado que nos amarga la vida. Los pensamientos catastróficos a menudo empiezan con las palabras «y si». Una imaginación catastrófica realmente fértil no tiene límites. La realidad puede ser incómoda o inconveniente pero generalmente nunca es catastrófica.

Procedencia de las creencias irracionales

Son esquemas cognitivos de modelos educativos aprendidos durante la infancia que consideramos correctos. Son las interpretaciones, lo que la persona se dice a sí misma sobre su experiencia, las que crean ansiedad, cólera o depresión.

Para superar estos pensamientos distorsionados

Sería mejor asumir que:

  • Uno es valioso y no es competente para todo. El error forma parte de nuestra existencia.
  • La vida es injusta y no es tremendo que las cosas no vayan por el camino que a uno le gustaría que fuesen.
  • Si algo puede ser peligroso o molesto mejor no inquietarnos antes de que suceda.
  • Mejor asumir que es más fácil enfrentarse a un problema que evitar las responsabilidades y dificultades en la vida.
  • El pasado no es decisivo en la conducta actual, y algo que ocurrió alguna vez no debe seguir afectándonos indefinidamente.